miércoles, 17 de octubre de 2012

La música no oída

Quién obliga
este afán,
este beberse
la música no oída,
este andar afinando
entre las cosas,
pulsándoles el talle
por si hubiera sorpresa.

Bien conozco el baldío,
la mazmorra
sin puertas ni ventanas
donde el que firma bebe su cicuta
y purga vanidades de autoría:
allí toma tormento,
lección muda.

Sólo en ser desdeñado,
quedar viudo y en lista
consiste el matrimonio del poeta.

Lo bailado
y bailado,
a quién le importa luego,
cuando el baile concluye
y no se encuentra
manera de seguirlo ni a la amiga
que suave nos llevaba,
nos llevaba.

Vicente Gallego.

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